Aunque haya cumplido 30 años de trayectoria, Peteco Carabajal sigue siendo considerado un renovador. Es menos una paradoja que un lugar común. Peteco es ya un clásico. Para cotejarlo habrá que escuchar el álbum doble que acaba de editar para celebrar, justamente, las tres décadas de carrera. Ckayna Cunan (Ayer y hoy en quechua) está dividido en dos: el disco 1 son casi todos temas nuevos; el disco 2 es una suerte de antología con un abanico de invitados tan vasto como pueden ser Charly García y Los Tucu Tucu, Ica Novo e Hilda Lizarazu, en fin, Los 4 de Córdoba, Claudia Puyó, Luciano Pereyra, Luis Salinas, Horacio Fontova...
Más que renovación, lo de Peteco es una libertad espiritual que conmueve y hasta puede abrumar. Su obra se condensa cada vez más en la pureza folclórica, el desparpajo está en los matices y timbres utilizados: si en Violín del monte aparece lo árabe, el flamenco y Antes del fin está barnizado por cierto pop progresivo, enseguida se desmarca (o se enmarca) y vuelve a apoyarse en chacareras sensibles y nostálgicas como Chacarera de los barrios y Chacarera del alma.
Aunque hable de fútbol, de amistad o de política, las temáticas de Peteco quedan siempre apoyadas en un fuerte misticismo, en una conexión cósmica: Trato de encontrar una explicación /Que vea más allá de esta gran razón / que llamamos realidad / y que tiene un Dios..., canta en Voy de paso, gran momento del CD 1. Otros son La luz de tu mirar, la hermosísima zamba Bailar, vivir y Los Santiagueños, un apunte del Santiago del Estero liberado del régimen de Carlos Juárez.
El CD 2 es un muestrario del poder de convocatoria del santiagueño, con una heterogeneidad artística inédita. De la bella No sé qué tiene la chaya con Los Tucu Tucu a La canción del brujito (uno de los primeros temas dedicados a Maradona) con Charly García se abren abismos sobre los que sólo Peteco puede tender puentes. Por audacia y resultado, son grandes versiones Desde el puente carretero con Hilda Lizarazu en voz y Mi abuela bailó la zamba que las guitarras de Luis Salinas y Paulinho Do Pinho volvieron bossa nova y que cuenta con la voz de Claudia Puyó y la percusión de Rodolfo García y Daniel Buira.
El arte de Peteco Carabajal no se detiene en la música: los sobres internos del álbum doble contienen una serie de óleos creados por él mismo que completan su mirada, sugieren otras obsesiones y revelan la misma espiritualidad.
Más que renovación, lo de Peteco es una libertad espiritual que conmueve y hasta puede abrumar. Su obra se condensa cada vez más en la pureza folclórica, el desparpajo está en los matices y timbres utilizados: si en Violín del monte aparece lo árabe, el flamenco y Antes del fin está barnizado por cierto pop progresivo, enseguida se desmarca (o se enmarca) y vuelve a apoyarse en chacareras sensibles y nostálgicas como Chacarera de los barrios y Chacarera del alma.
Aunque hable de fútbol, de amistad o de política, las temáticas de Peteco quedan siempre apoyadas en un fuerte misticismo, en una conexión cósmica: Trato de encontrar una explicación /Que vea más allá de esta gran razón / que llamamos realidad / y que tiene un Dios..., canta en Voy de paso, gran momento del CD 1. Otros son La luz de tu mirar, la hermosísima zamba Bailar, vivir y Los Santiagueños, un apunte del Santiago del Estero liberado del régimen de Carlos Juárez.
El CD 2 es un muestrario del poder de convocatoria del santiagueño, con una heterogeneidad artística inédita. De la bella No sé qué tiene la chaya con Los Tucu Tucu a La canción del brujito (uno de los primeros temas dedicados a Maradona) con Charly García se abren abismos sobre los que sólo Peteco puede tender puentes. Por audacia y resultado, son grandes versiones Desde el puente carretero con Hilda Lizarazu en voz y Mi abuela bailó la zamba que las guitarras de Luis Salinas y Paulinho Do Pinho volvieron bossa nova y que cuenta con la voz de Claudia Puyó y la percusión de Rodolfo García y Daniel Buira.
El arte de Peteco Carabajal no se detiene en la música: los sobres internos del álbum doble contienen una serie de óleos creados por él mismo que completan su mirada, sugieren otras obsesiones y revelan la misma espiritualidad.