El Triangulo de las Bermudas: Reseña, Historia, Hechos

Sebasg1973

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El triángulo de las Bermudas es conocido como "el triangulo del diablo" o "el limbo de los perdidos", es un area geografica de 3.900.000 kilómetros cuadrados entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Melbourre (Florida) en las que se a producido inexplicables desapariciones de barcos y aviones.

El misterio se inicia a mediados del siglo XIX, y desde entonces un total de más de cincuenta barcos y veinte aviones han desaparecido en el triángulo. Uno de los casos más famosos es del vuelo 19. Cinco bombarderos estadounidenses tipo torpedo abandonaron Fort Lauderdale el 5 de diciembre de 1945, en un vuelo de entrenamiento rutinario y con buenas condiciones meteorológicas. Ninguno volvió. Incluso el hidroavión que se envió a buscarlos desapareció. Otras historias de la región hablan de barcos encontrados abandonados con comida aún caliente en las mesas y aviones que desaparecen sin siquiera haber lanzado una llamada de socorro. Ver Documental:

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¿QUE ES EL TRIANGULO DE LAS BERMUDAS?


El Triángulo de las Bermudas siempre ha sido una zona peligrosa y de misterio, ya que las desapariciones de marineros, pilotos y turistas nunca han sido resueltas.
Los elementos de información en torno a esta zona son intrigantes: en una parte del océano Atlántico occidental, de forma más o menos triangular, comprendida entre las Bermudas, Florida y el meridiano 40, han venido desapareciendo durante los últimos treinta años numerosos aviones y barcos sin dejar ningún rastro de lo que pudo ser de ellos, ya que jamás se han hallado restos ni supervivientes.
Todo lo que alguna vez entró ahí, nunca se le volvió a ver. Desde barcos y buques que navegaban por esa zona; aviones a los cuales se les vió entrar a una neblina para esfumarse sin dejar indicio.

DESAPARICIONES SIN RESPUESTA:


Durante toda la historia, han habido reportes de desapariciones en el Triángulo de las Bermudas. La parte extraña es que nunca han habido restos en el mar; si hubiera sido un naufragio, los equipos de búsqueda habrían encontrado partes del barco como salvavidas, restos del barco, balsas o al menos una mancha de aceite en el agua. Nunca se ha conseguido nada de eso en sus búsquedas.
Los mensajes de algunos aviones, antes de su desaparición, no daban alguna indicación de anormalidad; en efecto, en un momento dado todo estaba marchando normal y al siguiente minuto, todo había desaparecido sin la menor advertencia.
El número de desapariciones sin hallazgo es completamente impresionante y aterrorizador. Lo más misterioso es que no pudieron ocurrir por un huracán o ciclón porque la mayoría de las desapariciones se dieron en buen tiempo.
Según los relatos de los días de la navegación a vela, las Bermudas y la zona más al sur fueron ciertamente denigradas durante cientos de años por la desaparición de navíos cuya suerte pasó a llenar la larga lista de barcos extraviados en el océano, desapariciones habitualmente atribuidas a piratería, tempestades o motines. Sólo en el siglo XIX, y especialmente en el siglo XX, con la mejora de las comunicaciones y de los registros de barcos, se comenzó a pensar que había algo inquietantemente cautivador en tan elevada suma de pérdidas, en especial la ausencia de supervivientes, de restos o cuando la comunicación por radio se generalizó, de indicaciones respecto a lo que estaba sucediendo o había ocurrido con los buques desaparecidos. Por añadidura, buen número de tan misteriosas desapariciones afectaban solamente a los pasajeros y tripulantes; por lo demás, los navíos abandonados parecían estar perfectamente en orden, con sus diarios a bordo, botes salvavidas, cargamento e, incluso, efectos personales en su sitio.
El Triángulo de las Bermudas simpre será una fuente inexplicada de miedo y un enigma misterioso sin explicación. Pero si los barcos, aviones y buques no desaparecieron a causa de fenómenos naturales, ¿qué les ocurrió? ¿A dóde se desvanecieron los tripulantes? ¿Qué pasó con los restos del barco o el avión? Pero más importante, ¿dónde están?

MARY CELESTE

Existen muchos sucesos que aparentemente tienen una explicación misteriosa y que con el paso del tiempo se descubre que de misterioso no tienen nada.Sin embargo hay muchos otros sucesos en los que intervienen tanto seres humanos como fenómenos naturales, hechos desconcertantes y desapariciones inexplicables, todo esto entretejido en un universo inexplicable que por más que queramos no lo podemos resolver.

Dentro de estos últimos sucesos se encuentra uno verdaderamente desconcertante,es el caso del bergantín Mary Celeste, de matrícula norteamericana,que fue encontrado a la deriva en el Atlántico sur, sin ningún desperfecto solo le faltaba la tripulación. El 5 de diciembre de 1872, el bergantín Dei Gratia divisó un barco con características muy conocidas para sus tripulantes. Al acercarse lo reconocieron de inmediato. Pero extrañamente,el Mary Celeste se balanceaba sin rumbo definido. ¿Qué había sucedido con sus hombres?.

Había zarpado de Nueva York rumbo a Génova el 7 de noviembre, con un cargamento de alcohol industrial. Al mando del navío iba el capitán Benjamin Spooner Briggs. Lo acompañaban su esposa Sara y su hijita Sofía, de dos años. La tripulación la formaban ocho marinos; en total, constaba de once personas. Dos días antes de partir, el capitán había comido con David R. Morehouse, capitán del Dei Gratia. Mantenían una sólida relación amistosa y se conocían de hacia ya muchos años.

En esa ocasión al despedirse , se desearon suerte mutuamente y se dirigieron a sus respectivos navíos. Briggs partió dos días después. Morehouse habría de partir hasta el once de noviembre, aunque con ruta algo distinta. 23 días después, el destino haría encontrarse a sus naves en medio del Atlántico.

En mal día, el Dei Gratia, en ruta hacia Gibraltar, avisto a la distancia lo que parecía ser otro bergantín. El primer oficial de abordo, Oliver Deveau, enfoco el navío con su catalejo. Se acercaba a velocidad moderada y dos de las velas del mástil trasero faltaban ; parecía ser el Mary Celeste. Tomando el catalejo para observar, el capitán Morehouse identificó de inmediato a su viejo conocido. Ordeno de inmediato hacer las señales de rigor preguntando por Briggs. No hubo respuesta del Mary Celeste. Parecía abandonado y eso acabo por inquietar a Morehouse.

Al acercarse la tripulación del Dei Gratia, se pudo observar que la vela principal estaba dirigida hacia su ruta, mientras que la vela posterior, estaba dirigida hacia estribor. Algo tan extraño sólo podía significar problemas. El capitán ordenó al primer oficial y al piloto subir al barco a investigar.

Cuando por fin lo abordaron ya había caído la noche. La luna iluminaba la escena de un mar tranquilo. A bordo nadie respondió a los llamados. El único ruido provenía del balanceo del casco pero no había nadie a la vista.

El timón sin gobierno, estaba a merced de las olas, pero a pesar de ello, el bergantín había llegado a ese punto, sosteniendo su curso como guiado por la mano experta de un timonel. Revisando su interior, encontraron todo en orden, el libro de bitácora en la cabina del piloto y los camarotes intactos. Todo parecía indicar que había sido abandonado con gran prisa.Pero en el cuarto de bombas había una pequeña inundación de aproximadamente un metro de altura; la escotilla y la caja de bitácora estaban abiertas,así como también el tragaluz de la cabina. El compás de la bitácora estaba destruido, extrañamente.

El que hubiera agua no significaba peligro, era cosa común en barcos de madera de la época. Pero, ¿Cómo explicar los desperfectos? En el camarote del capitán, su pipa todavía estaba humeante. En la bodega, la carga de 1700 toneladas de alcohol aún estaban en su lugar.

Cada vez más sorprendidos, los dos marineros siguieron explorando el interior del barco. Al llegar a la cocina, no pudieron dar crédito a lo que veían: en la estufa, aún encendida, una tetera despedía bocanadas de vapor. Tal parecía que tan sólo unos minutos antes todavía había gente abordo.¿Pero dónde estaban en ese momento? Las sorpresas continuaron. Había ropa tendida, aún húmeda en los tendederos. Y había algo que faltaba ¡el bote salvavidas!

Si era lo único faltante, ¿podían haberse escapado en él? Era inexplicable. No se observaba nada que los hubiera podido impulsar a huir. Poco antes, Deveau, el oficial del Dei Gratia, había encontrado las joyas de la esposa del capitán Briggs intactas. La caja fuerte no mostraba huellas de intento de violación. En el camarote del capitán encontraron una espada con su vaina, por lo que supusieron que era de el capitán Briggs. El libro de bitácora no mostraba nada anormal; su última anotación decía: "Nos encontramos a unas 110 millas al oeste de la isla Santa María, en las Azores" Estaba fechada el 24 de noviembre. Según este último dato, la anotación había sido hecha cuando el Mary Celeste se encontraba a unas 500 millas de donde fue encontrado.


El Vuelo 19 (Inmortalizado en: Encuentros Cercanos del Tercer Tipo

Era un día magnífico, con sol en abundancia, mares en calma y un cielo azul libre de casi por completo de nubes. Corrían los días de la posguerra y en E.U., el personal de la Marina y la Aviación aún continuaba con sus cotidianos entrenamientos. Por aquellos días, la base aérea de Fort Lauderdale, en la Florida, estaba particularmente preocupada en mantener a sus pilotos adiestrados.

Era el 5 de Diciembre de 1945, un día como cualquier otro, y 5 aviones Avenger TBM estaban listos para despegar. Su Misión consistía en alejarse 160 millas al este, en línea recta, dar vuelta al norte y regresar a su base, en un vuelo de entrenamiento.

Al mando del vuelo, con número de serie 19, iba el teniente Charles C. Taylor, veterano de la marina y piloto experimentado. La tripulación de cada uno de los aviones constaba de tres hombres, por lo que en total participarían 15. Cada uno de los aparatos había cargado gasolina suficiente para volar el equivalente de 1660 km.. Los motores, la radio y los equipos salvavidas fueron checados y reportados en buen estado. En el momento de dar la último aviso para despegar, sólo faltaba un hombre que, sintiéndose enfermo, se quedaría en tierra.

Los meteorólogos habían pronosticado buen tiempo en toda el área de su recorrido.

A las 2:00 de la tarde despegaron sin novedad los cinco aviones y, tomando en seguida la formación de vuelo, se lanzaron rumbo al mar a buena velocidad. Durante casi dos horas, el vuelo 19 se estuvo reportando con regularidad a su base.

A las 3:45, un mensaje desconcertante cruzó el espacio hasta la torre de control:

"Torre de control torre de control .Esta es una emergencia. Nos hemos salido de curso . Parece que nos hemos salido de curso " "Parece que nos hemos perdido. No estamos seguros de nuestra posición ¡No podemos avistar tierra!".

En la torre de control , el radio operador replicó sumamente extrañado: "¿Qué posición tienen?"

Vuelo 19: "No estamos seguros de nuestra posición " "Repetimos no podemos ver tierra No sabemos si estamos sobre el Atlántico a sobre el Golfo ".

Torre de control: "Asuman el rumbo hacia el oeste pronto verán tierra.".

Vuelo 19: "No sabemos hacia donde esta el oeste. Todo esta mal. Es tan extraño El mar luce muy raro ".

Y ahí se corto la comunicación. Había demasiada estática a pesar del buen tiempo, y por momentos se escuchaban los diálogos de los pilotos entre sí. Diez minutos más tarde se restableció el contacto. Los radioperadores podían escuchar en la base el ruido de los motores, pero no las voces de los pilotos. Para entonces, el pánico había hecho presa de las tripulaciones; ya no eran pilotos experimentados, sino hombres invadidos por un temor monstruoso.

Poco antes de las 4:00 se escuchó lo siguiente:

"No estamos seguros de nuestra posición. No sabemos exactamente dónde estamos. Creo que a unos 360 km. al noroeste de la base ". Se corto de nuevo el mensaje por estática.

Instantes después volvía a restablecerse la comunicación: "El mar es muy extraño Parece que estamos sobre aguas blancas ". Y de nuevo el silencio.

La torre intentó una vez más comunicarse con ellos, pero por alguna extraña razón, parecían no captar las señales de la base. Durante largos segundos que parecieron siglos, el personal de la base, ya en estado de alerta, no escuchó ninguna palabra más del Vuelo 19.

La tensión del momento fue rota al escucharse otra vez las conversaciones de los miembros del escuadrón: "Estamos completamente perdidos Y parece que " Estas fueron sus últimas palabras. En la base de Fort Lauderdale todo era desconcierto. Durante todo el tiempo que duró la comunicación, parte del personal de la torre se había preocupado por trazar posiciones y calcular la ruta que habían seguido al extraviarse.

Intentaron hacer contacto con otras naves próximas al área; pero todo fue en vano. Sólo quedaban conjeturas. ¿Qué había podido desorientarlos de ese modo? ¿Cómo explicar las interferencias de la radio en un día tan claro? Y sobre todo, ¿Qué peligro habían enfrentado, que los había hecho perder la calma de ese modo?

Las horas siguientes fueron de frenética acción. La alarma había puesto en movimiento a todo el personal. Los aviones Avenger, bombarderos de combate, eran magníficos aparatos en su tiempo. Extraordinariamente bien equipados para el ataque - casi una tonelada de bombas, o un torpedo submarino - contaban además con un poderoso motor de 1600 caballos, y alas plegables para su fácil acarreo en portaaviones. Su autonomía de vuelo era muy amplia y tenía equipo especial para facilitar la supervivencia en alta mar.

Como los bombarderos habían sido checados antes de partir y contaba cada uno de ellos con un aparato radiotransmisor, más que pensar en una falla mecánica el personal de tierra temía que un disturbio atmosférico los hubiese dañado. Las turbulencias y bolsas de aire, por ejemplo, son imprevisibles y más de un avión ha sucumbido a causa de ellas. Incluso un ataque enemigo, aunque improbable, no se descartaba: la guerra recién había terminado. Sin embargo, ¿Por qué no habían podido explicar lo que les sucedía?

El radioperador estimó que el último punto en que habían hecho contacto con el escuadrón, había sido a unos 150 km. al noreste de la base naval de Banana River, en la costa de la Florida. A ese punto y sus alrededores fue enviado un hidroavión, el Martin Mariner, especializado en rescate anfibio, con trece hombres a bordo. La torre de control mantuvo estrecho contacto con el hidroavión de rescate durante los siguientes minutos de vuelo.

Inesperadamente, el Martin Mariner consiguió trabar comunicación con el Vuelo 19:

Hidroavión Martin: "Vuelo 19, estamos volando hacia ustedes para guiarlos de regreso ¿Qué altitud tienen?"

La interferencia no dejó escuchar completa la respuesta del Vuelo 19, pero las últimas tres palabras se oyeron perfectamente: "¡No nos sigan !" Y se perdió la señal.

Todo el diálogo había sido captado también en la base. Desde algún lugar desconocido, los pilotos habían alcanzado a enviar un mensaje para alentar a sus compañeros. Pero, ¿de qué? Mientras tanto, la tripulación del Martin Mariner, más alerta que nunca, escudriñaba metro por metro la superficie del mar. Durante los siguientes siete minutos, el comandante del hidroavión se estuvo reportando a la base.

Al parecer no había huellas del naufragio en la zona. Pocos minutos después dejó de escucharse la señal del Martin Mariner. No había contacto en ninguno de los sentidos con su tripulación. El silencio que siguió al último mensaje nunca más fue roto. Nunca más los marinos volverían a ser vistos ni escuchados. El comandante de la base, más perplejo que nunca, dio orden de comenzar lo que sería la búsqueda más intensiva y cuidadosa llevada a cabo en mar y aire; pero también la más infructuosa.

LA ATLANTA

Pocos años después de la desaparición de los marinos del Mary Celeste, ocurrió otro hecho desconcertante en el área de las Azores. A fines de abril de 1880, el almirantazgo inglés se hallaba preocupado. Desde principios de año, ninguna noticia se había recibido del barco de entrenamiento Atlanta, con más de 300 cadetes a bordo.

Después de buscarlo durante una semana, el vapor Salams no había reportado ninguna novedad. El viaje de la Atlanta se había iniciado en enero, para hacer la travesía de las Bermudas a Inglaterra, como parte del entrenamiento de sus cadetes. Aunque el viaje era largo, tenían proyectado arribar a Portsmouth el primero de marzo, por lo que el retraso de casi dos meses hacía pensar en algún desastre. Para hacer dicho viaje, el Atlanta debía pasar por las inmediaciones de las Azores.

La primera esperanza provino del buque de guerra Avon, también de la Marina Real, que reportó haber observado restos de algún naufragio en las cercanías de las Azores. La identificación de los restos no había sido posible. Pero de nuevo, la búsqueda posterior fue infructuosa; no había ni sobrevivientes ni resto alguno del naufragio. Simplemente no había rastro.

Toda una serie de supuestos mensajes de los sobrevivientes fueron probados fraudulentos. Pero entre ellos, hubo dos dignos de tomarse en cuenta. El más significativo fue recibido de las aguas de la bahía de Boston, en Norteamérica. Escrito en una hoja de agenda de bolsillo, tenía garrapateado el siguiente texto, obviamente escrito en premura:

"Abril 18 de 1880: buque de entrenamiento Atlanta. Nos estamos hundiendo en la longitud 27, latitud 32; quien quiera que encuentre el mensaje, que lo de a conocer... John L. Hutchings." Auténtico o no, el mensaje es importante por un detalle: la posición. Esa posición está muy cercana al lugar donde fue encontrado el Mary Celeste había sido localizado sin tripulantes. Sin embargo, la autenticidad de este mensaje nunca se constató; pues no se sabía a ciencia cierta si existía a bordo alguien con apellido Hutchings. La zona prohibida había engullido otro navío, con más de 300 personas a bordo.

Poco más de un año después de la desaparición del Atlanta, el 20 de agosto de 1881, la tripulación del buque Ellen Austin avistó a la distancia una goleta que aparentemente iba a la deriva. El lugar era la faja de mar media entre las Bahamas y las Bermudas. El capitán Baker, del Ellen Austin, ordenó hacer señales.
Como no hubo respuesta ni señales de vida, hizo varios disparos al aire para llamar la atención. Nada ocurrió. Entonces decidió ir el mismo en compañía de cuatro hombres a explorar. Al acercarse el primer detalle que llamó su atención fue la ausencia de nombre en el casco. Aparentemente la placa con su nombre había sido arrancada. Grito llamando a la tripulación, y nuevamente no hubo respuesta. Una vez a bordo, se dedicaron a explorar la cubierta. No había averías ni vías de agua. Todo estaba en orden y, en la bodega, una gran carga de maderas finas aguardaba intacta. En esa época era muy común el acarreo marítimo de caoba y cedro desde América Central a Europa. Probablemente se trataba de uno de esos buques.

¿Y la tripulación? El capitán pensó en un motín. Pero no había huellas de violencia y todo mundo había desaparecido. ¿Por qué desperdiciar tan preciosa carga? El motivo de la desaparición poco importó al capitán. De inmediato organizó una nueva tripulación con sus hombres y, pensando en la recompensa, decidió continuar el viaje. Los primeros días navegaron ambas naves a la par, a menudo tan cercanos un buque del otro, que sus tripulantes conversaban de borda a borda.

Al final del segundo día los alcanzó una tormenta que duró toda la noche. La lluvia era tan fuerte que por momentos el Ellen Austin perdía de vista a su compañero.

Al amanecer el día era precioso. Bajo un cielo azul, libre de nubes, el Ellen Austin se encontraba en aguas sumamente tranquilas... pero en completa soledad.

El barco sin nombre había desaparecido del horizonte. Alarmado, el capitán Baker se dio a la tarea de localizar la goleta -o sus restos en caso de naufragio- con la ayuda de un telescopio. Pero ni él ni el vigía descubrieron rastros de la goleta. Por fin al tercer día de buscarla, el vigía observó en el horizonte lo que parecía ser la goleta perdida. El curso del Ellen Austin cambio de inmediato para ir al encuentro del navío.

Al reducirse la distancia, el capitán Baker reconoció la goleta, con ayuda de su catalejo; pero extrañamente no fue capaz de descubrir a sus hombres en ella. La nave parecía ir sin rumbo, llevada tan solo por las corrientes marinas. Cuando por fin pudieron abordarla, no encontraron a nadie a bordo... De nuevo la nave estaba completamente abandonada y, por añadidura, el libro de bitácora había desaparecido. Todo lo demás parecía no haber sido tocado por la nueva tripulación... !Ni siquiera los comestibles! Las lamparas que quemaban aceite, estaban completamente agotadas: habían ardido día y noche sin control. ¿Qué había sucedido esta vez?

Ante la imposibilidad de resolver el misterio, el capitán ordenó formar una nueva tripulación. A pesar de la renuencia de sus marinos, éstos estaban de nuevo sobre el navío y las dos goletas reanudaban su curso.

La orden era bien clara esta vez: no separarse del Ellen Austin por ningún motivo. Además, contaba con un bote salvavidas para cualquier emergencia. Ante cualquier hecho fuera de lo común o alguna señal de peligro, los marino tenían orden de abandonar la goleta.

Todo marchó a la perfección durante los siguientes dos días. Después una ligera llovizna comenzó a caer y una espesa neblina los empezó a cubrir. Las goletas siguieron manteniendose literalmente borda a borda. Pero el capitán Beker empezó a notar que la otra goleta poco a poco se iba quedando a la zaga. En un principio el hecho no le pareció extraño, pues la velocidad del viento había disminuido notablemente. Sin embargo, al entrar a un banco de niebla sumamente denso, la perdieron de vista por completo. Como el tiempo transcurría y en el Ellen Austin nadie veía a la otra goleta, decidieron regresar al punto donde la vieron por última vez.

La niebla impedía ver a más de 500 metros, pero las luces del barco eran visibles. Según cálculos del capitán Baker, entre ambas naves no mediaba mayor distancia.

Pero la goleta no apareció. La búsqueda se prolongó hasta que la niebla se disipó, pero ni aún así fue posible encontrarla. Se hicieron disparos, la señal convenida y la sirena del buque rasgó los aires, en un intento por localizar a sus hombres. Por todo repuesta, un silencio espectral reinaba en el ambiente...

El capitán se negaba a dar por perdida a su tripulación; pero ya nunca más fue encontrada. ¿Qué o quién le había arrebatado a sus hombres? Casi enfrente del Ellen Austin, la goleta misteriosa había desaparecido en el más completo silencio. Cuatro hombres armados se habían desvanecido, al igual que las anteriores tripulaciones.




Algunas Desapariciones en las Bermudas, entre ellas:

El ROSALIE. Desaparecido en 1840 en la ruta de La Habana a Europa. Era un barco francés que fue encontrado abandonado en el interior del "triángulo" navegando normalmente, con las velas desplegadas, con la carga intacta, pero había desaparecido toda la tripulación.
El MARY CELESTE. Desaparecido de la circulación el mes de Noviembre de 1872, después de salir del puerto de Nueva York. fue encontrado el 4 de diciembre del mismo año en el triangulo sin nadie a bordo. Era un bergantín que viajaba con 10 personas a bordo.
El ATLANTA. Desaparecido en enero de 1880. Era una fragata británica que iba de las islas Bermudas a Inglaterra. Desapareció con 290 personas a bordo muy cerca de las islas Bermudas.
El FREYA. Desaparecido el 4 de octubre de 1902. Era un gran buque alemán de tres palos que fue encontrado en el mismo mes de octubre cerca de Manzanillo, en Cuba, de donde había salido el día 3 de ese mes. Había desaparecido toda la tripulación.
El CYCLOPS. Desaparecido el 4 de marzo de 1918. Era un gran barco de aprovisionamiento de la marina norteamericana, de 150 metros de eslora y 19.000 toneladas de desplazamiento. Desapareció con 309 pasajeros a bordo sin lanzar mensajes de socorro. Navegaba entre las islas Barbados y Noorfolk cuando desapareció.
El RAIFUKU MARU. Desaparecido en 1924. Era un carguero japonés que navegaba entre las islas Bahamas y Cuba cuando desapareció. Pidió auxilio por radio.
El COTOPAXI. Desaparecido en 1925. Era un barco que hacía su ruta comercial entre Charleston y la Habana. Desaparecido cerca de Cuba.
El STAVENGER. Desaparecido en 1931. Era un carguero que se encontraba cerca de la isla Cat, en las Bahamas, cuando desapareció con 43 hombres a bordo.
El JOHN AND MARY. Desapareció en abril de 1932. Era un barco de dos palos que apareció navegando y sin nadie a bordo a 80 kilómetros al sur de las islas Bermudas.
El ANGLO-AUSTRALIAN. Desaparecido en marzo de 1938. Era un carguero que lanzó su último mensaje desde las islas Azores. Desapareció con 39 hombres a bordo.
El GLORIA COLITE. Desaparecido en febrero de 1940. Era un yate de Saint Vincent, en las Antillas británicas. Apareció sin nadie a bordo, pero con todos sus aposentos y cargamento en orden, estando a 320 kilómetros al sus de Mobile, Atlanta.
El RUBICON. Desaparecido el 22 de octubre de 1944. Era un carguero cubano que desapareció en el centro mismo del Triángulo. Posteriormente fue encontrado por la Guardia Costera norteamericana frente a las costas de Florida sin nadie a bordo, salvo un perro que fue mudo testigo del drama.
El SANDRA. Desapareció en junio de 1950. Era un carguero de 106 metros de eslora que viajaba de Savannah, Georgia, a Puerto Cabello, Venezuela. Iba cargado con 302 toneladas de insecticidas para las plantaciones. Pasó por el puerto de Augustine, en Florida y después desapareció con todo su cargamento y tripulación.
El CONNEMARA IV. Desapareció en septiembre de 1955. Era un yate privado que volvió a aparecer completamente solo, sin rastro de que hubiera pasado nada. Apareció a 640km al oeste de las Bermudas.
El MARINE SULPHUR QUEEN. Desapareció el 4 de febrero de 1963. Era un carguero de 130 metros de eslora que iba en ruta desde Beaumont, en Texas, a Norfolk, en Virginia. Desapareció, sin emitir ningún mensaje de auxilio, con toda su tripulación.
El SNO´BOY. Desaparecido el 1 de Julio de 1963. Era un pesquero pequeño, de solo 20 metros de eslora y con 40 pescadores a bordo. Iba en ruta de Jamaica a Cayo Nordeste cuando desapareció con toda su tripulación.
El WITCHCRAFT. Desaparecio el 24 de diciembre de 1967. Era una embarcación que efectuaba cruceros. Es uno de los casos más extraordinarios del Triangulo. Desapareció de repente con su dueño y un pasajero a bordo, mientras estaba atado a una boya de amarre frente al puerto y a tan solo 1600 metros de Miami, en Florida.
El ANITA. Desaparecido en marzo de 1973. Era un carguero de 20.000 toneladas que estaba en ruta desde Newport News hacia Alemania. Desapareció en el Triángulo con 32 tripulantes a bordo.
El MILTON IATRIDES. Desaparecido en abril de 1973. Era un carguero que viajaba desde New Orleans a Ciudad de El Cabo cuando desapareció en aguas del Triangulo.

El avión SUPER CONTELLATIÓN. Desaparecido el 30 de octubre de 1945. era un avión de la marina norteamericana. desapareció con 42 personas a bordo al norte del Triángulo.
El hidroavión MARTIN MARINER. Desapareció el 5 de diciembre de 1945. Era un hidroavión bombardero PBM de la armada norteamericana con 13 tripulantes a bordo. Desaparecieron todos a los 20 minutos de vuelo.
Un avión C-54. Desaparecido en 1947. era un avión militar del ejército de los Estados Unidos. Desapareció con sus tripulantes a 180 kilómetros de las islas Bermudas.
Un avión TUDOR IV. Desaparecido el 29 de enero de 1948. era un avión comercial cuatrimotor llamado Star Tiger. Desaparecido con 31 pasajeros y tres tripulantes a 600 kilómetros al nordeste de las islas Bermudas.
Un avión DC-3. Desaparecido el 28 de diciembre de 1948. Era un avión privado en vuelo comercial que desapareció con 32 pasajeros y su tripulación en un punto indeterminado entre San Juan de Puerto Rico y Miami.
Otro avión TUDOR IV. Desaparecido el 17 de enero de 1949. Era un avión comercial llamado Star Ariel (gemelo del Star Tiger). Desapareció entre las islas Bermudas y Jamaica a 600 kilómetros de las Bermudas.
Un avión GLOBEMASTER. Desaparecido en marzo de 1950. era un avión comercial norteamericano que en ruta hacia Irlanda desapareció en el mismo borde del Triángulo.
El avión de transporte YORK. Desaparecido el 2 de febrero de 1952. Era un avión comercial británico en ruta hacia Jamaica. Desapareció con 33 pasajeros a bordo más tripulantes al norte del Triángulo.
El hidroavión MARTIN P-5M. Desaparecido el 9 de noviembre de1956. Era un avión anfibio patrullero de la marina norteamericana. Desapareció con 10 tripulantes a bordo muy cerca de las islas Bermudas.
El CHASE YC-122. Desaparecido el 11 de enero de 1957. Era un avión carguero con 4 pasajeros a bordo. desapareció entre Palm Beach y la Gran Bahama.
Un avión KB-50. Desapareció el 8 de enero de 1962. Era un avión-tanque de las Fuerzas Aéreas norteamericanas. Desapareció al cruzar el Triángulo en la ruta de Langley Field, en Virginia, a las islas Azores.
Los STRATOTANKERS KC-135. Desaparecidos el 28 de agosto de 1963. Eran 2 aviones cuatrimotores Stratotankers totalmente nuevos de las Fuerzas Aéreas norteamericanas. Iban en misión secreta de la base aérea de Homestead, en Florida, a una base secreta de reabastecimiento del ejército situada en el Atlántico, pero nunca llegaron, desaparecieron a 480 kilómetros al sudoeste de las islas Bermudas.
El CARGOMASTER C-132. Desaparecido el 22 de septiembre de 1963 en ruta hacia las islas Azores.
El FLYNG BOXCAR C-119. Desaparecido el 5 de junio de 1965. Era un avión comercial con 10 pasajeros a bordo. Desapareció al sudoeste del las isla Bahamas.




POSIBLES EXPLICACIONES

Las explicaciones que han dado muchos investigadores para estas desapariciones van desde secuestros por parte de piratas modernos a un simple error humano. También existen especulaciones de que esa zona está situada por encima de un remolino o un agujero en el océano que se traga a los navíos o aviones lo suficientemente infortunados para pasar exactamente por encima.

Sin embargo, otra posibilidad consiste en que partes de la Atlántida se encuentran debajo del Triángulo. Unas legendarias pirámides atlántideas, construídas como fuente de energía podrían funcionar de manera esporádica y perturbar la comunicación de barcos y aviones, así como los sistemas de control.

Además, naturalmente, existen los que creen que estamos siendo invadidos por unos malévolos o tortuosos extraterrestres, y que especulan respecto de que esos alienígenas pueden, de alguna manera, trabar el campo magnético del Triángulo de las Bermudas y capturar especímenes humanos y artefactos para sus propios propósitos de investigación.

Sin embargo, aunque se ha informado de numerosas desapariciones en esta zona, se ha hablado menos acerca de aparatos que han aparecido ahí. Por ejemplo, en julio de 1975, Jim Thorne, miembro de un grupo de investigaciones oceánicas, fotografió una deslumbrante tormenta eléctrica por encima del Triángulo. Al examinar la película revelada, quedó perplejo al ver una clara imagen de aparejos cuadrados, a unas 100 millas de su embarcación. Pero aquella noche sabía perfectamente que no había ningún tipo de nave en las proximidades.

Este misterio se remonta a mediados del siglo XIX, y desde entonces han desaparecido un total de 50 barcos y 20 aviones.

Volviendo a las posibles explicaciones, los análisis menos fantasiosos apuntan a que las fuertes corrientes y la profundidad de las aguas podrían explicar la ausencia de restos, subrayando que varias de las desapariciones atribuídas a esta zona, ocurrieron en verdad a más de 600 kilómetros. Además, naves civiles y militares atraviesan la región todos los días sin contratiempos.

En cuanto se perfeccionen las técnicas de inmersión en aguas profundas es probable que se recuperen la mayoría de los barcos perdidos, aunque también es probable que el misterio del Triángulo de las Bermudas permanezca durante mucho tiempo en nuestra imaginación.

 
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